MI ENVIDIA
Tener envidia no es bueno
porque es por demás peligroso,
nada, nada es más dañino
que un ser que es envidioso.
Pero mi envidia es pensar
como mi Dios, en su grandeza,
creo, para que disfrutemos
a la Madre Naturaleza.
¿Y como no envidiar?
A un ave en su vuelo,
si por más que lo intentemos
no despegamos del suelo.
La belleza de una flor
su aroma y su fragancia,
y en un hermoso ramo
toda, toda su elegancia.
Del perro, su lealtad
su fidelidad infinita.
Y el hombre por envidioso
a su gran amigo no imita.
Del río, de las cascadas,
de esa agua cristalina,
y que la mano algunos
sin piedad lo contaminan.
El mar, el majestuoso mar
contemplar un amanecer,
Es un cuadro ,una pintura
ver el sol aparecer.
La noche con su misterio
por todos es contemplada,
cuantas parejas se amaron
bajo esa Luna plateada.
Ver crecer a los árboles
de todo tiempo testigo,
sus ramas y sus raíces
crecieron junto conmigo.
Las montañas, su grandeza
no se pude comparar,
y la lucha permanente
de quererlas escalar.
Esa es mi eterna envidia.
Más que envidia es el amor,
de admirar esas bellezas
que creo nuestro Señor.
Gracias a Él las tenemos
no debemos olvidar,
que la Madre Naturaleza
no dejemos de envidiar.
Abel Oscar Romano
10-04-2012
Tener envidia no es bueno
porque es por demás peligroso,
nada, nada es más dañino
que un ser que es envidioso.
Pero mi envidia es pensar
como mi Dios, en su grandeza,
creo, para que disfrutemos
a la Madre Naturaleza.
¿Y como no envidiar?
A un ave en su vuelo,
si por más que lo intentemos
no despegamos del suelo.
La belleza de una flor
su aroma y su fragancia,
y en un hermoso ramo
toda, toda su elegancia.
Del perro, su lealtad
su fidelidad infinita.
Y el hombre por envidioso
a su gran amigo no imita.
Del río, de las cascadas,
de esa agua cristalina,
y que la mano algunos
sin piedad lo contaminan.
El mar, el majestuoso mar
contemplar un amanecer,
Es un cuadro ,una pintura
ver el sol aparecer.
La noche con su misterio
por todos es contemplada,
cuantas parejas se amaron
bajo esa Luna plateada.
Ver crecer a los árboles
de todo tiempo testigo,
sus ramas y sus raíces
crecieron junto conmigo.
Las montañas, su grandeza
no se pude comparar,
y la lucha permanente
de quererlas escalar.
Esa es mi eterna envidia.
Más que envidia es el amor,
de admirar esas bellezas
que creo nuestro Señor.
Gracias a Él las tenemos
no debemos olvidar,
que la Madre Naturaleza
no dejemos de envidiar.
Abel Oscar Romano
10-04-2012
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